Yolanda Pérez es piloto y enamorada de Partagás

No hay tantas mujeres cuya ocupación profesional sea piloto de aviones, como tampoco hay muchas que sean buenas aficionadas a los habanos, pero Yolanda Pérez Jimenez reúne ambas condiciones desde sus raíces valencianas y albaceteñas

Hoy Yolanda me asegura que no hay semana en la que no deguste sus seis, siete u ocho habanos. Sea donde pueda hacerlo porque gracias a su profesión tan pronto está en Viena, como en Roma o Berlín. No obstante ya ha descubierto los lugares adecuados para disfrutar de sus cigarros.

Hemos quedado en la sede del Club Pasión Habanos. Tras rastrear pausada y atentamente las vitolas que hay en la cava se ha decidido por un H. Upmann Magnum 50, porque confiesa que le gustan más bien grandes y de cepos anchos ya que así saborea mejor la fumada.

Yolanda, que tiene muy claro lo que no quiere, ya comenta que en ocasiones que pasea por el mundo el olor que dejan algunos cigarros denotan a la perfección si son habanos o no porque no puede aguantar otro tipo de puros y los rastros que estos dejan en el ambiente.

Recuerda perfectamente cuál fue el primer puro de su vida. No obstante, la fecha se queda en el tintero de nuestra conversación. El motivo de no declararlo es que fue el día de su boda con muy pocos años más allá de la veintena. Se atrevió con un Cohiba Esplendidos que fueron los cigarros que se repartieron a los invitados.

Desde entonces Yolanda ha seguido con su afición por los habanos y comenta que una de sus marcas preferidas es Partagás. Le da lo mismo las vitolas algo más pequeñas como el Serie D nº 4 o el Lusitanías. Prefiere los sabores fuertes y acendrados, tal como su carácter. Ella es una Dama con Vitola lo bastante especial como para no solo ser el centro de la conversación sino también para exponer franca y abiertamente sus opiniones.

Está maridando su Mágnum 50 con una copa de vino Ribera de Duero porque así como es una enamorada de los habanos igualmente lo es de los vinos. Aprovecha cualquier ocasión para asistir a catas y además en cualquier parte del mundo.

Tiene una gran cantidad de amigos en el mundo de la gastronomía. Me enseña sus fotos con algunos de los chefs de estrella Michelin, y de sus participaciones en las catas, pues “aunque no soy enóloga, sé perfectamente lo que me gusta y lo que no me gusta y expongo mi parecer en donde haga falta” y por ello está haciendo un Master en Enología en la Escuela de Hostelería de Sevilla, avalado por la Universidad San Jorge.

Yolanda confiesa que siempre guarda las anillas de los habanos que se fuma y tiene una buena colección, porque cuando encuentra el momento adecuado no deja de satisfacerse a sí misma con un buen puro, aunque su sueño dorado –que confiesa que cree que nunca podrá realizar debido a las estrictas normas de la aviación- sería encender un Cohiba en la cabina de su avión.

Vuela casi a diario en una compañía de bandera nacional aunque ha vivido y trabajado en multitud de países del mundo como Dubai, Qatar, Italia y Marruecos, entre otros, y siempre ha encontrado su lugar oportuno para fumarse sus cigarros, como así tiene el del hotel frente a la Puerta de Brandeburgo en Berlín, en cuyo Cigar Bar disfruta con asiduidad.

Otro de sus lugares preferidos es una terraza en Milán desde la que puede sentirse espléndidamente con su habano entre los dedos y afirma que siendo mujer y fumadora de puros nunca se ha sentido ni incomoda ni intimidada por estar en un lugar público sacando un cigarro de su purera.

Yolanda es una mujer multiactiva, ya que además de su profesión –en cuya compañía es la número uno de los copilotos y está a punto de ascender a comandante- dispone de una estupenda cartera de activos inmobiliarios que sabe mover, alquilar y vender, con lo cual tiene garantizada una vida en círculos muy diversos.

Y buena prueba de sus múltiples actividades es que está haciendo el curso de patrón de embarcaciones de recreo, prepara una Casa Rural junto al río Júcar entre Cuenca y Albacete cerca de La Roda.