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Bodega Finca Río Negro, entre lobos y viñedos

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En breve será Vino de Pago, la más alta denominación vínica en España

Imágenes cedidas por Finca Río Negro

Situada a 1.000 metros de altitud, en pleno Parque Nacional de la Sierra Norte de Guadalajara, la bodega Finca Río Negro destina 42 hectáreas, de un total de 600, al cultivo de las diversas variedades con las que elabora un vino blanco y cuatro tintos que “muestran el paisaje”. La imbricación de los elementos de este último en la propia historia de la bodega llega al punto de que la mejor parcela se encuentra en el llamado Cerro del Lobo, que además de dar nombre a uno de sus vinos, es el lugar en el que una manada de lobos ibéricos ha criado ya dos veces.

Hace poco más de una semana que terminaron de recoger la uva en Finca Río Negro, bodega situada en el municipio de Cogolludo, en Guadalajara. Aunque en esta casa la vendimia no termina hasta que empieza el proceso de elaboración del vino, como le gusta decir a Víctor Fuentes, uno de los protagonistas de un proyecto familiar iniciado hace un cuarto de siglo en un entorno idílico.

La finca se extiende a lo largo de 600 hectáreas donde conviven en libertad jabalíes, corzos, ciervos y una manada de lobos ibéricos que da nombre al Cerro del Lobo, tanto a la parcela como al vino monovarietal Syrah que, según Fuentes “nos lo ha pedido el propio viñedo”.

Todo ello forma parte también de la dimensión enoturística de Finca Río Lobo, experiencia que continúa con la visita a las dos bodegas, situadas en medio del viñedo. Una de ellas, excavada en la tierra, representa la parte más social del proyecto.

La otra, destinada a la elaboración, se integra en la arquitectura de los Pueblos Negros, debido al color del principal material de construcción, la pizarra, que predomina en el entorno. La sala de barricas agrupa 600 unidades en su mayoría Bordelesas, es decir, con una capacidad de 225 litros, aunque algunas unidades son de 500 litros. Todas ellas son de madera de roble francés premium.

“Sólo trabajamos con tonelerías como Orion o Taransaud, cuyas barricas tienen un poro ultrafino, con cero nudos en la madera y construidas con la parte alta del tronco”, dice Víctor Fuentes; “son de madera nueva, cremosa, para que vista nuestros vinos con una calidad excelente”.

En cada visita, de sus más de 6.000 anuales, se termina la experiencia con una degustación de vinos maridada con aperitivos en la social, la bodega subterránea. La duración ronda las dos horas y el precio por persona, 25 euros.

La más alta categoría vinícola

“Hemos recuperado la tradición vinícola, que por esta latitud no la hay en más de 50 kilómetros a la redonda, lo que significa que no compartimos viñedo con nadie”, dice Víctor Fuentes, que recuerda con cierta indulgencia lo que comentaban algunas personas de su entorno cuando empezaron a hacer estudios de climatología en la finca.

“Nos llamaban locos, sobre todo porque aproximadamente unos 40 días por año estamos a temperaturas bajo cero, entre -18 y -22 grados”, dice Fuentes; “alguien llegó a hacer el chiste de que, en vez de viñedos plantáramos pingüinos”.

Sin embargo, el tiempo y el trabajo han dado la razón a Finca Río Negro, que, tras postularse al reconocimiento vitivinícola más top, la denominación Vino de Pago, lo ha conseguido el año pasado; “estamos a la espera de la decisión administrativa de la Unión Europea”, dice Fuentes; “aunque ya prácticamente somos la bodega número 26”.

Mientras tanto, Finca Río Negro aprovecha la tendencia a favor de los vinos de altura: “la clave está en los cuarenta días previos a la vendimia, pues el contraste térmico entre la mañana y la noche ralentiza el proceso de maduración”, dice Víctor Fuentes; “este ciclo largo es positivo en momentos de cambio climático, como el actual”.

Un suelo franco arcilloso, pobre, con grava y algo pedregoso para un viñedo cultivado en falsa espaldera, “como hacer un vaso dentro de la espaldera”, explica Víctor Fuentes; “la acidez es alta, no se va de grado y el hollejo es grueso, para proteger la uva del sol”.

Es precisamente en el hollejo donde se concentran los más de 1.200 componentes del vino, por lo que el grosor de la piel del grano “hace que los vinos sean más expresivos, al igual que el viento o que la alta mineralidad de los suelos”, dice Fuentes.

Su portfolio se compone de un blanco variedad Gewürztraminer que, a diferencia de los elaborados en Alemania, e incluso en el resto de España, caracterizados por contar con un punto de azúcar residual y un aroma cercano a la rosa, “en Finca Río Negro esta variedad es más seca, tiene otra personalidad”.

992 FRN es un tinto de variedad 100% Tempranillo cultivada a la altitud que le da nombre, con una crianza de 7 meses en barrica; “es uno de los pocos tempranillos cultivados en suelo ácido”, dice Víctor Fuentes, cuya recomendación de consumo es como “vino de charla”.

FRN es el corazón emocional de la bodega, ya que se trata del primer vino que elaboró la bodega en 2007. La añada de 2020 suma las variedades de Tempranillo, Syrah, Cabernet Sauvignon y algo de Merlot. Su crianza es de 12 meses en barrica nueva. “Es muy versátil, ya que tiene estructura para maridar, dada su complejidad, aunque también como copa”, dice Fuentes; “es un vino muy diverso”.

FRN Cerro del Lobo es 100% variedad Syrah, elaborado en la parcela donde la manada de lobos ibéricos convive con el viñedo; “es la mejor parcela”, dice Fuentes, que explica que el nombre, tanto de la finca como del vino, se debe a que “cada vez que nos dirigíamos allí decíamos que íbamos donde los lobos”.

En dicha parcela trabajan en ecológico, etiqueta que obtienen en 2024; la crianza de 12 meses en barrica se reparte al 50% entre los toneles con capacidad para 500 litros y los de 225 litros.

FRN 5º Año es el “core” de Finca Río Negro, su vino de más alta gama. Su producción está limitada a un kilo de uva por cepa, lo que arroja 4.500 kilos de uva por hectárea. Se trata de un vino de guarda de las variedades Tempranillo/Cabernet Sauvignon en una proporción del 70%-30%, respectivamente, con una crianza de 19 meses en barrica nueva de roble francés y otros 24 meses en botella.

Rescatadores de la variedad Fragoso

Hasta la década de 1960, Guadalajara era la segunda zona productora de la variedad Tempranillo. Desde entonces, ha cambiado el paisaje vitivinícola de la zona, tal y como explica Víctor Fuentes: “en 2006 se llevó a cabo el plan de reconversión del viñedo y se buscaron variedades autóctonas, para recuperarlas”.

De las 44 encontradas, tres de ellas se hallaron en Cogolludo, municipio al que pertenece FRN; “la variedad Fragoso era excepcional y nos dieron un permiso especial para plantarla”, dice Fuentes; “pues desde hace siete años está reconocida como especie original, e incluso es considerada por algunos expertos como la madre de la Tinta de Navalcarnero”.

En FRN son 3,7 las hectáreas de cultivo de la Fragoso, “de ciclo largo y con una acidez natural alta”, dice Víctor Fuentes.

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