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Cerezo del Río Tirón, cuna del ‘William Wallace burgalés’ que animó a su pueblo a no rendirse

Tiempo de lectura: 4 minutos

Situado en la provincia de Burgos, este mágico pueblo exhibe puentes romanos, iglesias y un castillo románicos, historias mineras y una curiosa nevera medieval

Este pueblo burgalés, limítrofe con La Rioja, es el lugar de nacimiento de San Vitores, que infundió a los cristianos la confianza y la valentía para no rendirse jamás. Ese valor se puede respirar en sus calles y sentir en sus gentes. Su ‘ruta romana’ permite recorrer los recuerdos de sus iglesias, su castillo, pasear por sus puentes y visitar su nevera medieval o pozo de hielo, una ingeniosa obra arquitectónica para preservar los alimentos.

Una parte de la historia de España y del cristianismo se aloja en esta localidad burgalesa. La primera página de Cerezo del Río Tirón está escrita por San Vitores, mártir español del año 800 d.C. Luchó contra la invasión musulmana con su mejor arma: la fe. Además de animar a los cristianos a no rendirse, logró convertir a varios seguidores del islam. Tal fue su cruzada que fue señalado por los altos mandos musulmanes como enemigo público número uno, por lo que fue mandado colgar. Aún antes de morir continuó predicando los evangelios y animando a los suyos a que no bajaran los brazos durante tres días. Predicó con el ejemplo hasta que fue decapitado. Cuenta la leyenda que recogió su cabeza y bendijo a sus verdugos, los cuales se convirtieron de inmediato al presenciar semejante milagro, antes de marcharse a morir a una cueva.

Este mártir español recorrió las calles de Cerezo del Río Tirón tiñéndolas de historia. Historia que se ha seguido escribiendo desde su muerte. Saltando unos años en el tiempo llegamos a la ruta romana de la localidad. Iglesias, puentes e incluso un castillo empapan la ciudad con gotas del pasado. Durante el siglo X, los romanos edificaron el majestuoso Castillo de Cerezo, una fortificación que jugó un papel importante en la línea defensiva junto a Pancorbo, Grañón y otros municipios. Hoy podemos pasear por sus ruinas y sentir las pisadas de los romanos defendiendo su territorio.

La importancia de las iglesias

Como no podía ser de otro modo, las iglesias cobran especial importancia en Cerezo del Río Tirón. Hasta tres históricas capillas pueden contemplar los visitantes de la localidad. Los restos de la Iglesia de Nuestra Señora de la Llana, cuya portada románica fue trasladada a Burgos, datan del siglo XI. Junto al castillo se hallan los restos de la Iglesia de Nuestra Señora de Villalba, conservando la Torre del Reloj, que está fechada en el siglo XVI. De la arquitectura del siglo XVIII se guarda la Iglesia San Nicolás de Bari, un edificio neoclásico con tres naves que albergan numerosos retablos traídos de diferentes ermitas que hubo en el pueblo.

Otra de las peculiaridades que se pueden encontrar en este rincón de la provincia de Burgos es su nevera medieval o pozo de hielo, como también se conocían estas ingeniosas obras de arquitectura. Se trata de un pozo excavado en la tierra que permite la conservación de diferentes alimentos. Numerosos vecinos, especialmente de clase alta, de la localidad y lugares colindantes acudían a esta pieza de ingeniería a depositar los alimentos que más tarde necesitarían para que conservasen sus condiciones y poder aguantar una temporada.

 Para conectar a las gentes de la valerosa localidad, los romanos desarrollaron varios puentes. Aún se conservan dos, lo que prueba la buena calidad con que se diseñaron. Uno de ellos, el puente de San Ciprián, sorteaba el arroyo Rudera, y el otro se erigía sobre el Río San García. Ambos aportan un toque singular al pueblo y permiten, tanto a sus gentes como a sus visitantes, pasear por ellos y recorrer lustros y lustros de historia en un mismo paseo por la ruta romana.

 El carácter de sus gentes, forjado a través de la historia por la que han pasado diferentes culturas (musulmana, romana…), ha propiciado que esta localidad tenga una importante tradición minera. Una de las profesiones más duras es el pan de cada día para varios habitantes de Cerezo del Río Tirón. De sus minas se extrae principalmente sulfato sódico, utilizado como desecante en laboratorios químicos así como en detergentes.

 Para no perder detalle y escuchar la historia que cada uno de los rincones de este pueblo cuenta, se ha formado un grupo de guías voluntarios. Este grupo busca que todos los visitantes puedan contemplar la localidad en todo su esplendor, conociendo cada mágica historia, cada leyenda, que puedan maravillarse y enamorarse de Cerezo del Río Tirón.

  Para conectar a las gentes de la valerosa localidad, los romanos desarrollaron varios puentes. Aún se conservan dos, lo que prueba la buena calidad con que se diseñaron. Uno de ellos, el puente de San Ciprián, sorteaba el arroyo Rudera, y el otro se erigía sobre el Río San García. Ambos aportan un toque singular al pueblo y permiten, tanto a sus gentes como a sus visitantes, pasear por ellos y recorrer lustros y lustros de historia en un mismo paseo por la ruta romana.

 El carácter de sus gentes, forjado a través de la historia por la que han pasado diferentes culturas (musulmana, romana…), ha propiciado que esta localidad tenga una importante tradición minera. Una de las profesiones más duras es el pan de cada día para varios habitantes de Cerezo del Río Tirón. De sus minas se extrae principalmente sulfato sódico, utilizado como desecante en laboratorios químicos así como en detergentes.

 Para no perder detalle y escuchar la historia que cada uno de los rincones de este pueblo cuenta, se ha formado un grupo de guías voluntarios. Este grupo busca que todos los visitantes puedan contemplar la localidad en todo su esplendor, conociendo cada mágica historia, cada leyenda, que puedan maravillarse y enamorarse de Cerezo del Río Tirón.

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