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Desde el 9 de mayo en el restaurante La Rotonda
The Westin Palace se suma en Madrid a las celebraciones del Bicentenario del Museo del Prado con una artística propuesta.
El 19 de noviembre de 1819 abría sus puertas al público el Museo del Prado. Con motivo de la conmemoración del bicentenario de la institución madrileña, probablemente uno los acontecimientos más relevantes de la agenda cultural de la ciudad en 2019, The Westin Palace, Madrid se ha querido sumar a estas celebraciones con una iniciativa que aúna arte y gastronomía.
Para ello, José Luque, su chef ejecutivo, inspirado en seis de las obras más emblemáticas del museo, ha diseñado seis deliciosos platos. El resultado, un menú que traduce gracias al diálogo entre el arte de la pintura y el arte culinario, la emoción y la belleza de esta selección de obras maestras, en sabores, aromas, texturas y colores.
La licenciada en historiadora del arte, Elisa Sopeña, gran conocedora de las obras, ha llevado a cabo el hilo conductor entre los cuadros y lo que ha querido expresar el chef con sus platos, un maravilloso trabajo que ayudará a los comensales a disfrutar esta experiencia.
El menú comienza con una refrescante Sangría de frutas de temporada elaborada a base de frutas aromáticas para dar la bienvenida a los comensales, un homenaje a la obra mitológica, Los Borrachos de Velázquez.
A continuación, fruto de la contemplación de Chicos en la Playa de Sorolla
el chef querido plasmar esa fascinación del artista por el Mediterráneo con un Carpaccio de gamba blanca con algas y cítricos de Valencia, un plato que evoca la belleza, los sabores y colores de las playas valencianas.
Una lubina desnuda al pipil sobre cama de patata
ha sido la interpretación de Luque para La Maja Desnuda, emulando la maravillosa obra de Francisco de Goya desnudando una lubina y colocándola estratégicamente para simular la tipología de una Venus acostada.
Probablemente la obra más complicada para la creación un plato ha sido El Caballero de la mano en el pecho, la emblemática obra del Greco en la que destaca la blanca gola de su indumentaria que enmarca el rostro del protagonista.
Algo que ha inspirado al chef para replicarla en un ligero hojaldre que aloja una moussaka con un jugo de ouzo, un tributo Creta, ciudad de origen del Domenicos Theotocópoulos. El título elegido “Gola” de musaka y jugo de ouzo.
El pre postre se materializa en un Algodón de azúcar con cacao,


una simulación de la asombrosa capacidad de Zurbarán para recrear las texturas en un cordero merino, en una de sus obras más emocionantes, Agnus Dei.
Para finalizar El jardín del chef un plato que nos traslada al panel central de la obra más misteriosa del Bosco: El Tríptico de «El Jardín de las Delicias».

