Por la Cofradía del Vino de Rioja y recogido por José Antonio Rupérez Caño, Presidente del Centro y experto en vinos
Conversar sobre la cultura del vino, es hacerlo sobre sus orígenes, sobre etimología, sobre zonas geográficas o variedades de uva. La cultura del vino es universal y relacionado con este particular, versó el acto que vivimos el sábado 30 de Marzo en el Centro Riojano de Madrid.
El Centro Riojano es una de las entidades más antiguas de la ciudad, fundada en 1.901, que lleva una larga vida siendo el referente de los riojanos en la capital, testigo de múltiples actos, acontecimientos de diferente naturaleza y por donde han pasado todo tipo de personalidades.
La mañana del sábado se vistió con sus mejores galas para vivir un evento único, muy especial y de gran trascendencia en el panorama del vino.
La Cofradía del Vino de Rioja, entidad que promueve su cultura, fundada en 1.984 en el Monasterio de Yuso de San Millán de la Cogolla, origen y cuna de la lengua castellana, nombró al Centro Riojano de Madrid Cofrade de Honor de la Cofradía, máxima distinción que concede, en un acto multitudinario celebrado en las instalaciones de Serrano 25 y alrededores.
Y comento bien lo de alrededores, ya que el evento dio comienzo al mediodía con un desfile por la calle Serrano, en una mañana muy soleada de primavera donde los transeúntes miraban con estupefacción y suma atención los trajes y capas que los cofrades venidos desde La Rioja llevaban.
Se levantó una gran expectación y el público desde las aceras, las tiendas o las cafeterías en pleno Barrio Salamanca esgrimían el posible motivo del desfile; que si era una procesión de Semana Santa, una manifestación de la República… La nueva bandera del Centro Riojano, estrenada para la ocasión, abrió la comitiva, portando el escudo de la institución y luciendo en la parte superior los colores de la enseña de la Comunidad Riojana, seguida del estandarte de la Cofradía.
A continuación, en el Salón Gonzalo de Berceo dio comienzo el acto de investidura. Hacía muchos años que no sonaba el Himno del Centro Riojano, y esta era la mejor oportunidad para su regreso y poder lucirlo. La emoción se adueñó de la sala cuando se entonó al unísono “Villa y corte en Madrid nuestra patria de adopción, pues aquí existe amor y un cariño sin par”. Seguidamente, sonó el de La Rioja, que hizo de antesala del ritual del nombramiento.
Bajo un escenario minuciosamente preparado para la ocasión, teniendo de fondo el mismo marco que vio nacer a la Cofradía, y resaltando en el medio del estrado una barrica bordelesa con el emblema de la congregación del vino, el gran Maestre, D. Javier Gracia, flanqueado por varios cofrades y el Canciller, inició el rito del nombramiento.
Enunciaba así la cadena de promesas, bajo las cuales, en representación del Centro Riojano prometí cada una de ellas, con vehemencia y rotundidad, encaminadas a honrar el vino de Rioja en todas sus facetas, a respetarlo, a beberlo con asiduidad y bajo ningún concepto ningunearlo, como podría ser su mezcla con agua. El acto tiene mucho de ceremonioso, como las promesas de una boda en el momento propio del enlace, eso sí, cargado de una gran simbología vinícola.
Tras la imposición del medallón de la Cofradía, y del “cubrecabezas”, muy parecido a una “chapela” llegó el momento álgido: el “Cepazo”. Javier Gracia, por los poderes que le otorga ser el Gran Maestre de la Cofradía, con una cepa a modo de vara de mando, y con un sutil toque en el hombro derecho e izquierdo, nombra a través de mi persona Cofrade de Honor al Centro Riojano de Madrid. Una larga emoción y alegría se apoderó de mí, consciente de la importancia que supone este galardón en el mundo del vino de Rioja, siendo sólo catorce entidades, en sus 35 años de existencia, las que ostentan la máxima distinción que la Cofradía otorga.
Detrás de este reconocimiento, subyace una extensa trayectoria del Centro Riojano promocionando el vino y la cultura del Rioja a lo largo de los años, a través de diferentes actos como son las catas de vino organizadas con bodegas acogidas al Consejo Regulador, conferencias o formaciones sobre enología. Más recientemente, en el año 2.016 pusimos en marcha las Catas Internaciones del Centro Riojano, con la finalidad de proyectar desde nuestra ubicación en Serrano 25, la imagen del Rioja en un panorama global. Estos encuentros están organizados junta a las Embajadas de los países participantes, y cuentan siempre con la presencia del Embajador o Embajadora acreditado en nuestro país. En el discurso de investidura, entre otros aspectos a los que hice alusión, quise dedicar este galardón al jarrero Eduardo Paternina, exvicrepresidente de la entidad, admirable persona a la que le profesaba un gran afecto y estima, que nos dejó hace un tiempo, siendo mi predecesor en las tareas enológicas.
Un brindis final por La Rioja puso el broche final al acto de proclamación. Era el inicio de las degustaciones de productos riojanos, que a modo de embutidos y quesos estuvieron presentes en los salones de la primera planta del Centro Riojano, que ayudaron entre las risas y la buena sintonía de los asistentes a enardecer aún más el sentimiento riojano.
A posteriori tuvo lugar la tradicional comida de hermandad, con dos platos muy típicos de la tierra, como son las patatas a la riojana y el cordero asado, todo ello regado por una selección de vinos cortesía de Bodegas Vico de Arnedo, situada en la recientemente denominada Rioja Oriental. Para cerrar, disfrutamos de la finura y esponjosidad de otro postre elaborado en la Rioja y muy distinguido, como es la tarta rusa de Alfaro.
Con todo ello, quiero dar las gracias a la Cofradía del Vino de Rioja por este prestigioso galardón, por el día tan especial que vivimos y porque el vino de Rioja y la cultura que lo rodea, sigan siendo el motor económico de una región, la identidad de una tierra y uno de los principales componentes vertebradores de la sociedad riojana.
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