Francisco Hurtado de Amézaga, el Marqués de Riscal, te ofrece sus consejos
Marqués de Riscal te facilita los 10 consejos básicos, indicaciones del Director General Técnico y de Producción, Francisco Hurtado de Amézaga, para que tus celebraciones en estas fiestas sean todo un éxito.
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La elección. A la hora de seleccionar un vino es muy importante tener en cuenta la intensidad aromática respecto al plato que acompaña. Los vinos deben coincidir en esta intensidad tanto a nivel aromático como por contraste.
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Valentía. La idea tradicional de maridar el pescado con vino blanco y la carne con tinto ha pasado a la historia. La potencia aromática y de sabores que tenga un plato, requerirá un vino equivalente. Hay pescados que piden un tinto ligero, o carnes blancas que maridan con blancos en crianza. Es cuestión de echarle valor y cabeza.
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Sin prejuicios. No debemos olvidar que a día de hoy tenemos un abanico de rosados gastronómicos y que maridan a la perfección con casi todo, pese a su acostumbrada mala prensa. Lo recomendable es servirlos siempre rondando los 12ºC de temperatura.
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El orden. Es buena idea comenzar con Jerez o espumosos el aperitivo, pudiendo estos últimos servirse durante toda la cena. Continúa con los rosados, los blancos y, posteriormente, los tintos. Siempre de más joven a más viejo. El orden de los factores sí que puede influir en el resultado final.
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Si dispones de tiempo y es adecuado para el vino, se abre la botella con algo de antelación.
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El hielo solo no enfría, para mantener las temperaturas es necesario añadir agua en la cubitera y que esta abrace toda la botella. Para que el vino alcance su máximo esplendor, debe estar a la temperatura adecuada. Siempre hay que seguir la recomendación que el elaborador deja indicado en la etiqueta. En general, la franja térmica comienza en los 8 o 9 grados de un blanco con poco cuerpo, que va aumentando con este último, hasta alcanzar los 13-14ºC. El tinto, con temperaturas de consumo algo más elevadas, ha de servirse fresco para que vaya entonándose en la copa.
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El misterio de la copa. Utilizaremos una copa adecuada para cada vino, siendo más pequeña la de blanco. En el caso de los tintos, lo ideal es tener dos tipos: borgoña y burdeos. Es más importante la calidad del vidrio que el tamaño de la copa: ha de ser bueno y fino para que el vino no encuentre obstáculos hasta nuestro paladar. Importante: secar siempre con paños de algodón, nunca con papel. Evitaremos encontrar rastros desagradables.
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Conservación. Si nos queda una botella a medias, lo mejor es poner un tapón que haga el vacío y guardarlo en la nevera tumbado. Aunque la mejor opción siempre es terminar el vino.
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Montaje: Una botella en formato mágnum ayudará a la buena conservación del vino ya que la cantidad de oxígeno por botella es menor, además de poseer mayor inercia térmica o por contraste. Por otra parte, la puesta en escena de la mesa con un mágnum siempre es señal de éxito.
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Y ante la duda… Asesorarse por un experto es lo más acertado para no equivocarse. Para elegir el vino apropiado para cada plato, siempre cuatro ojos ven mejor que dos.
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