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Conoce Irlanda a través de cuatro impresionantes mujeres

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Su legado ha conseguido que, por primera vez en la Historia, los bustos de cuatro mujeres luzcan en el hasta ahora masculino Trinity’s Long Room de Irlanda

La historia de Irlanda es la historia de una isla invadida por vikingos, normandos e ingleses; la historia de una tierra que todos quieren poseer, pero que nunca ha ansiado ocupar ningún otro lugar que no fuese el suyo.

Irlanda es la historia de la resiliencia que camina hacia el futuro con el pasado en el bolsillo. Irlanda es mujer. Irlanda es Molly Malone, esa vendedora de berberechos y mejillones frescos, cuya leyenda se mantiene viva gracias a una canción del siglo XIX que hoy se ha convertido en un himno para los irlandeses. Molly Malone encarna la lucha, la dignidad, la soledad de un pueblo. El halo de misterio y niebla que siempre sobrevuela la Isla Esmeralda. Nadie sabe en realidad si esta dama empujó su carro de marisco y pescado por el muelle del Dublín del siglo XVII o si se perdía en la noche a ganarse la vida, pero toda Irlanda honra su recuerdo cada vez que la canta.

Aquí van cuatro mujeres que también engrandecen la historia de Irlanda. Cuatro razones para acercarse a esta tierra a seguir su rastro y rendirles homenaje, mujeres emprendedoras en la lucha, el amor y los negocios que despiertan el interés sobre la Irlanda de antes y la de ahora.

La pirata Grace O’Malley

Valiente y transgresora. Desafió a los ingleses cobrándoles impuestos por pescar en aguas irlandesas. Mujer pirata en la Irlanda del siglo XVI, de su gallardía se hablaba más allá de los confines de la Isla Esmeralda. Conocida en el folclore irlandés como Gráinne Mhaol (‘maol’ significa ‘calvo’ en gaélico) por haberse cortado el cabello como un hombre, se ganó el título de ‘La reina pirata’. Rompió barreras y allanó el camino a todas las mujeres que llegaron detrás. Fue y es una inspiración de la que se habla en canciones, poemas y novelas. Una leyenda.

Su educación, nutrida en viajes y conquistas, la llevó a conversar con la mismísima Reina Isabel I. Fue reina con reino, el de Umhall, y castillos, el de Wesport House y el de Rockfleet, también conocido como Carrickahowley, ambos en el condado de Mayo. No necesitó de nadie para defenderlos y, en el caso de Wesport House aún hoy son sus descendientes, los Browne, quienes administran esta propiedad que un día fue refugio de la heredera de la dinastía O’Malley.

Las paredes de Wesport House son testigo de importantes hazañas y visitar sus estancias resulta emocionante. Su costa salvaje, escenario de batallas y rendiciones, está rodeada de paisajes inmensos salpicados de pueblos encantadores. Es una Irlanda auténtica que derrocha historia y tradición. Torres vigía, embarcaderos medievales y zonas pantanosas sobre las que imaginar a los barcos encallando en tiempos de guerra. Aquí hoy hay playas de ensueño en las que ondean banderas azules, protegidas por una naturaleza inigualable.

El castillo de Rockfleet, cerca de Newport, llegó a manos de O’Malley tras su segundo matrimonio. Aquí, en Carrickahowley, vio llegar el final de sus días en 1603 y hasta aquí, puede llegar el viajero (mejor con marea baja) a conocer cómo era la vida de ‘La reina pirata’ en el S XVI. Ascendiendo por una empinada escalera de caracol se descubren pasajes secretos dentro de los muros del castillo hasta llegar a la estancia principal. Un verdadero palacio para la época, que quedaba aislado con el subir de las aguas, complicando así los asaltos.

Morrigan: la muerte y la oscuridad

Algo así como una ninfa guerrera. En la mitología irlandesa no ha lugar a la fragilidad. Las mujeres son fuertes y aguerridas, como Morrigan, que siempre adopta formas imponentes sobre las aguas dulces de ríos y lagos. Una mezcla de fiereza y ternura. Una mujer celta.

Diosa de la guerra, representa la oscuridad. Patrona de la venganza y la magia, utiliza sus hechizos para cambiar su apariencia y así despistar al enemigo. Atrae y ahuyenta a partes iguales, pero su presencia hipnotiza. Morrigan encarna la muerte y la vida: dos conceptos enlazados en la cultura celta. Hablar de ella es también hablar de Cú Chulainn, el Aquiles de la mitología celta, el protector del Ulster. Se dice que su magia negra lo doblegó.

A ella se le rinde homenaje en el Festival de Puca, que se celebra en el Ancestral Este de Irlanda cada Año Nuevo Celta (coincide con Halloween, que también tiene su origen en Irlanda). La oscuridad, la niebla, la magia y el camino entre la vida y la muerte se celebran, sin miedo, junto a Morrigan, Puca y otras muchas deidades de la mitología celta, que alimentan el misterioso encanto que se cierne sobre Irlanda, ése que la convierte en un destino siempre atractivo.

Sally Rooney y el éxito de la ‘gente normal’

Una de las mejores creadoras de contenido para los millenials. Esta escritora irlandesa de poco más de 30 años convierte en oro todo lo que escribe, pues ese público tan difícil de satisfacer, el joven, preso de la hiperconectividad y la rapidez, se engancha con sus novelas de amor. Historias de sentimientos adaptadas al nuevo mundo, ése en el que todo nace y muere casi al mismo tiempo, pero el primer amor sigue siendo tan intenso como siempre lo ha sido.

Sally Rooney es la mirada moderna y la mente abierta de Irlanda. Su pluma está detrás de dos de las series de televisión de mayor éxito entre los jóvenes: Normal People y Conversations with Friends, pues ambas son adaptaciones a la pequeña pantalla de sus dos primeras novelas, homónimas. Un debut más que exitoso que ha logrado dirigir la mirada hacia un Dublín apasionante, juvenil y despierto, y hacia las hermosas y salvajes playas del condado de Sligo, ambos escenarios en los que transcurren episodios vibrantes que mantienen enganchado a medio mundo, tanto en su versión audiovisual como en su versión impresa. Su análisis de las emociones es para algunos un alegato feminista escrito por una de las plumas más prometedoras del panorama literario irlandés.

Santa Brígida y su lucha feminista en la Iglesia

Patrona de Irlanda, simboliza la perfecta fusión entre dos mundos intrínsecamente vinculados a la cultura gaélica: el católico y el pagano. El primer lunes de febrero se reserva ahora para celebrar la vida y obra de Santa Brígida, fundadora del monacato femenino en Irlanda, que hasta ahora se festejaba el día 1, coincidiendo con el festival precristiano de Imbolc, en honor a una diosa de la mitología celta del mismo nombre.

Hija de un rey pagano y una esclava, Santa Brígida pronto conoció el cristianismo y se puso al servicio de los más pobres en la ciudad de Meath. Obró milagros en el cuidado de enfermos, pero ninguno atravesó con tanta fuerza la barrera del tiempo como el ‘milagro de la cerveza’. Pues dice la leyenda que un solo barril pudo abastecer a dieciocho iglesias.

Sin embargo, fue su papel como activista del feminismo en el siglo V el que merece de verdad ser recordado. Fue la primera figura eclesiástica que desafió las normas de género de la Irlanda cristiana primitiva fundando el primer convento de monjas de Irlanda, en Kildare. Una localidad cercana a Dublín que, sin duda, es un lugar de culto para feministas y defensores de los derechos de las mujeres en los ámbitos más masculinos de la sociedad. Aquí se levanta una preciosa catedral medieval en la que se pueden encontrar restos vikingos. Un lugar mágico para rendir homenaje a Santa Brígida y su obra.

Porque su lucha en defensa del papel de la mujer en la Iglesia y la sociedad ha inspirado a numerosas activistas que han hecho Historia, al igual que ella. La última muestra de su legado es la instalación, con motivo del Día de Santa Brígida, de cuatro esculturas femeninas en el Trinity’s Long Room, donde hasta ahora solo lucían bustos de personajes masculinos.

Desde febrero se pueden admirar en la antigua biblioteca del Trinity College de Dublín los bustos de cuatro mujeres que han contribuido a ampliar el conocimiento de la sociedad: la científica Rosalind Franklin, la matemática Ada Lovelace, la dramaturga Augusta Gregory y la defensora de los derechos de la mujer Mary Wollstonecraft.

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