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El contrapunto de la sidra de fuego y Quai D´Orsay Coronas Claro

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Después de finalizar una comida a base de setas de cardo y calamaritos en su tinta llegan los postres y decidimos abrir una botella de Sidra de Fuego Panizales para armonizar la bebida con el habano Quai D’Orsay Coronas Claro, pues la baja graduación de la sidra asturiana y la suavidad y poca fortaleza del cigarro cubano nos acompañarán muy gratamente

La Sidra de Fuego es una bebida bastante moderna que puede acompañarnos a la hora del aperitivo o en los postres, como vamos a hacer en esta ocasión. Con sus 9º de alcohol y todo el sabor de la manzana bien tratada se armonizarán perfectamente con el Quai D’Orsay Coronas Claro. Se trata de un cigarro de la marca cubana que cuenta con una fortaleza de uno sobre cinco, una de las más bajas del vitolario de Habanos.

En el llagar Panizales utilizan mostos yema antes del prensado, porque son los más limpios. Cocidos durante ocho o diez horas se reducen a la quinta parte como mínimo. Después quedan dos años en barricas de roble francés y de americano, lo que les proporciona los toffes, vainilla, algo de coco, incluso tabaco dependiendo del grado de tostado de madera.

La marca de Habanos Quai D’Orsay fue originariamente creada para los aficionados franceses en los años setenta. Durante muchos años (hasta hace apenas un lustro) solamente se podía encontrar en el país vecino hasta que se decidió la distribución de sus puros para todo el mundo.

Esta vitola denominada en galera Coronas es de lenta combustión. Dispone de un tiro excelente y una densidad de humo no muy alta. Su magnífica elaboración nos permite percibir toda la gama de sabores en los que se mezclan la pimienta blanca (picante pero no agresiva en boca), los tostados y una fortaleza baja que permite aconsejarlo para fumadores que se inicien.

Encendido nuestro habano de referencia con suaves inicios… además de una buena percepción de tabaco en boca durante su primer tercio, nos ofrece desde las primeras aspiraciones un sabor suave y bien aromatizado.

Mientras avanza la combustión de nuestro habano, en el vaso corto en que hemos dejado la Sidra de Fuego percibimos aromas confitados. También la madera se hace presente. Al encontrarse la bebida asturiana en la cavidad bucal con los rastros del tabaco cubano forman una pareja altamente grata.

Esta sidra procede del llagar Panizales. En este llagar por su filosofía fueron pioneros en innovar. Pero sin perder nunca de vista la labor de un llagar tradicional de sidra. De las barricas nuevas van cambiando esos mostos a otras más antiguas de lo mismo, aunque alguna hay que tuvieron en su seno vinos olorosos.

En la de Fuego Panizales, al estar los azucares más caramelizados, percibimos notas de naranja amarga, plátano, toques melosos y por supuesto rastros de manzanas horneadas.

Llegados ya al segundo de los tercios de nuestro Quai D’Orsay, madera y tierra suave se conjuntan en el avance de la combustión. Encontrándose el humo en boca al mismo tiempo que los rastros de la bebida de manzana en la que incluso se pueden distinguir algunas notas de tabaco.

Mientras saboreamos los toques melosos y muy escasamente alcohólicos de la Sidra de Fuego, los casi 15 gramos de nuestro habano que tiene 142 milímetros de longitud y de cepo 42, nos ofrecen una terminación en la que la pujanza de los sabores tabaqueros marida a la perfección con el paso de la bebida elaborada con manzanas asturianas escogidas.

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