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Porcelana convertida en sueños

Tiempo de lectura: 5 minutos

 Si el químico alemán Friedrich Böttger, que en 1708 logró elaborar la porcelana en Europa como hoy la conocemos, pudiera asomarse por un instante a los talleres de Lladró, vería recompensados todos sus esfuerzos. Lejos de sentirse extraño, estaría orgulloso de comprobar que el llamado “oro blanco” en la dinastía china Tang (618 – 907) se sigue trabajando hoy en Lladró con el mismo cuidado que emplearon los antiguos alquimistas

Hay un lugar en Valencia en el que el tiempo se detiene para dar paso a los sueños. Un taller artesano tal y como lo concibieron los tres hermanos en 1953, cuando empezaron a cocer sus primeras porcelanas en el horno moruno de la casa de sus padres. Apasionados por el arte, supieron ver en la porcelana la magia de una materia en la que podían forjarse los sueños y la trasladaron a la siguiente generación, que ahora lidera la compañía. Un amor que ha perdurado hasta nuestros días en el equipo de profesionales que hoy trabajan en esta factoría de sueños en porcelana, el lugar donde habitan nuestros mejores recuerdos.

Más de 60 años después, Lladró sigue elaborando todas sus piezas a mano en su única fábrica en todo el mundo. Una multinacional que exporta sus porcelanas a más de 120 países de los cinco continentes, pero que no ha dejado de ser nunca un taller artesano.

El pequeño taller más grande del mundo

Una cristalera inmensa deja pasar la luz a una sala diáfana, donde un grupo de artistas trabaja con un único fin: lograr la máxima expresión de la belleza en porcelana. Ataviados con su bata blanca, el ir y venir de los artistas recuerda el espíritu de los tiempos renacentistas, en los que la destreza, el conocimiento y el estilo se transmitían de maestros a discípulos.

Sin prisas

Montones de pinceles coronan las mesas, paletas con miles de tonalidades diferentes esperan su turno, cientos de litros de la más pura porcelana corren por los ríos subterráneos… pero en Lladró hay una medida que desaparece: el tiempo. Sin prisas, sin limitaciones técnicas, así se trabaja en los talleres de Lladró. Como lo describe Rosa Lladró, la Presidenta de la compañía: “En un mundo tan complejo como el nuestro, en el que todo sucede deprisa y es tan efímero, el tiempo, el saber hacer y las tradiciones adquieren importancia justo por lo contrario. El knowhow artesanal sólo lo da la inquietud constante y el dedicarle a cada proceso el tiempo necesario para controlarlo”.

Un proceso que nos hace únicos

Si partimos de la idea de que solo se es libre para crear cuando se controla totalmente un oficio, en los talleres de Lladró los artesanos han logrado el dominio absoluto de la porcelana. Lejos de los procesos industrializados, han llegado con sus manos donde las máquinas no pueden llegar. Y son esas manos las que día a día mantienen vivos oficios y técnicas antiquísimas, desde la química al modelado, pasando por la talla, el relieve, el dibujo, la ornamentación, el grabado, el pintado… Todo se hace en este pequeño gran taller. Como apunta Rosa Lladró: “Somos el oficio al servicio de la idea, es lo que nos distingue, lo que nos hace únicos”.Una historia de supervivencia mágica y un proceso en el que no se externaliza ni un solo paso.

UNA MARCA ANALÓGICA EN EL SIGLO XXI 

Lladró es una figura, sí, pero también es una lámpara, un espejo, un jarrón, un juego de té, una litofanía o una joya de porcelana… Después de seis décadas revolucionando el ámbito de las artes decorativas con su dominio de la escultura, Lladró continúa apostando por nuevas líneas, especialmente en la vertiente funcional de la decoración del hogar, con una fuerte presencia de la iluminación.

Su amplio catálogo abarca desde el Lladró Clásico, en tonos pastel y acabado brillante, que nos hablan de un romanticismo analógico; al Nuevo Clásico, de corte escultórico, en acabado mate o en gres; pasando por las espectaculares creaciones en Alta Porcelana, la expresión máxima del virtuosismo, de la excelencia en el saber hacer.

Esta diversidad de producto sitúa a Lladró en una absoluta contemporaneidad reforzada con la colaboración de diseñadores punteros externos que aportan su universo creativo al equipo de Lladró Atelier, el laboratorio de ideas de la marca.

La magia del recuerdo

Lladró es la expresión del romanticismo en su estado más puro, del amor, de la maternidad, de la naturaleza, de las tradiciones de las diferentes culturas o de la espiritualidad. Es ese espacio reservado a la magia, a la reivindicación de lo que nos hace feliz con solo mirarlo, a la contemplación de la belleza.

 Y es que hay algo de mágico en esa conexión que se establece cuando nos enamoramos de una pieza. Es entonces cuando nos transporta a nuestro mejor recuerdo, evocando para siempre aquella persona, aquella experiencia, que es tan única como cada uno de nosotros. A partir de este momento, pasa a formar parte de nuestro universo íntimo, completando el mensaje de la porcelana y creando un vínculo para toda la vida.

 CastroBueno

DEL EVENTO

En la tienda que Lladró tiene en la capital, C/ Serrano 68, y en un marco incomparable, tuvo lugar la presentación de algunos vinos de Juve&Camps (Vino blanco crianza GREGAL D´ESPIELLS 2014, Vino rosado crianza AURORA D,ESPELLS 2014,  Vino tinto Reserva CASA VELLA D,ESPIELLS 2009) y uno de sus cavas más emblemáticos, Brut Reserva ESSENTIAL 2012. Ni que decir tiene que Juve&Camps son prototipo indiscutible del buen hacer, y en esta ocasión y de la  mano de su enólogo, nos lo demostraron una vez más. Con tan estupendos vinos, no podían faltar unas viandas dignas del paladar más exigente. Por ello contamos con jamón de Guijuelo CASTRO Y GONZÁLEZ, uno de los mejores jamones del mercado, que desde 1910 y tras tres generaciones, nos ofrece la calidad que lo distinguen por encima de muchos otras marcas de jamón. El entorno natural de sus dehesas, son el alma mater de todos sus productos, y el jamón, su producto estrella.  El Caviar de Aove de La Chinata, son pequeñas perlas de aceite que explosionan en tu boca ofreciéndote una sensación única y que dada su encapsulación, provoca una explosión de sabor que permite apreciar todo su carácter y al mismo tiempo, mezclarse con naturalidad  con «casi» cualquier producto;  en esta ocasión,  se hermanó a la perfección con el Lacón de El CHARCUTERO, fabulosa muestra del buen hacer madrileño en cuanto a gastronomía y productos Gourmet se refiere. Su fabricación basada en una cocción lenta al vapor y ahumados naturales, además de un cuidado proceso de loncheado, son sus distintivos. Los productos de El Charcutero nos garantizaron un intenso sabor que transportó nuestros sentidos a  los sabores de antaño. Pero además, pudimos degustarlo mano a mano con los aceites de Castillo de Canena.  Referente mundial es uno de los aceites de mayor prestigio y su extraordinario sabor, otorgó al lacón un disfrute extremo que entusiasmó a los presentes.

Un placer de TODOS LOS SENTIDOS que disfrutamos en grata compañía.

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