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Contrapunto entre Café Mirovia de Wolstton y Quai D’Orsay 54

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El café y los Habanos siempre ha sido una de las mejores conjunciones de elementos, sabores y aromas de las que han gozado los aficionados a los cigarros cubanos por lo que en esta tarde ya de pleno otoño he maridado el café Mirovia de Wolstton con el Quai D’Orsay 54

A diferencia de lo que suelo hacer con los destilados, en este caso, he aspirado primero del aroma del café Mirovia. Se trata de un blend creado por Wolstton. Está compuesto por granos de la Isla de la Palma, de las Islas Galápagos, de Sumatra, de Kenia y de Papúa Nueva Guinea.

El aroma del café humeante nos hace llegar a la pituitaria efluvios especialmente de frutos rojos. Nos asegura que con el olfato el paladar va a ganar en variedad y matices. Mientras, comprobamos que su cuerpo de alto grado nos hace percibir la consistencia y permanencia en boca. Todo junto con el grosor con que el que es percibido en la lengua.

Densa crema color moka con estelas más claras. Un aroma fragante a anacardos y notas de frutos rojos. Tales aromas nos hace deleitarnos en los primeros momentos frente a la taza. Mientras, probamos el Wolstton que dispone de una marcada estructura e intenso sabor.

Nuestro Quai D’Orsay 54, con sus 135 milímetros de longitud y su cepo 54, ya comienza a favorecer la combustión nada más encenderlo. Posiblemente, por el mero hecho de que disponga de casi 18 gramos de tabacos bien añejados, los primeros compases de nuestra fumada sean gratos. Además con presencia de rastros tabaqueros potentes, pero para nada agresivos.

Quizás el hecho de que la fortaleza de nuestro habano de esta tarde sabatina esté catalogada como de uno sobre cinco hace que podamos percibir muy notablemente el sabor del tabaco. Al encontrarse con los rastros de unos exquisitos granos originales de Kenia ofrecen un resultado lleno de sutilezas por descubrir.

Prosigue la combustión del habano y nos ofrece ciertos y muy ligeros toques de pimienta blanca. Estos toques se mantienen en paralelo con las notas amaderadas. Junto con el amargor del café Wolstton bien podríamos determinar en una escala de tres sobre cuatro. Supone un encuentro en boca no solo grato si no también muy equilibrado.

El tono suave que notamos en las aspiraciones de nuestro habano, con picantes tenues y madera bien presente, casa a la perfección con la plenitud interesante y satisfactoria del Miravia. En cuya concentración de notas distintivas hayamos momentos de gran equilibrio; entre el tabaco negro cubano y los cafés de esta mezcla, en su mayoría de tipo Arábica.

Después de casi una hora de fumada entre el humo bien denso del habano y el postgusto bien presente y de altos matices del café nos encontraremos con la confirmación de que en esta ocasión hemos podido disfrutar de café y puro sin necesidad de copa alguna.

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