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El tesoro de Monterrei

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La D.O. de vino ourensano presentó su añada “Excelente” 2023 en la Casa de Galicia de Madrid

Fotos: Abel Valdenebro

Son muchos los factores que convierten a Monterrei en un territorio vinícola singular. Situado en el sudeste de la provincia de Ourense, en la frontera con Portugal, está bañado por el río Támega, que, a su vez, desemboca en el Duero; de ahí que se le considere como “la otra Ribera del Duero”, dado el microclima mediterráneo templado, con tendencia continental, que modela la personalidad de sus blancos y tintos. La añada correspondiente a 2023 ha sido calificada de “Excelente”.

La historia vinícola de esta zona empieza 2.000 años atrás, como muestra el hallazgo del grupo escultórico Dionisos y Ampelos en la villa agrícola de un ciudadano romano en Verín. O también la Carta Puebla de Verín, que data del año 1183, e incluía disposiciones sobre la comercialización del vino.

La Cooperativa de Monterrei, creada en 1965, llegó a comprar un volumen de cuatro millones de kilos de uva anuales a 600 viticultores de la zona. No obstante, esta actividad agrícola estuvo a punto de desaparecer durante las dos décadas siguientes, para renacer mediante una reestructuración del viñedo y la creación de la Denominación de Origen (D.O.) Monterrei, en 1994.

El tipismo de la zona

Monterrei, Oimbra, Verín, Castrelo do Val, Riós y Vilardevós son los ayuntamientos que pertenecen a dos subzonas vinícolas diferenciadas, como son el Valle de Monterrei y la Ladera de Monterrei.

Mientras las parroquias pertenecientes a Riós y Vilardevós se ubican en la zona de Ladera, el resto se reparte tanto en Ladera como en Valle.

La fortaleza de esta zona vitivinícola radica en una superficie de viñedo de 720 hectáreas en altitudes que oscilan entre los 300 y los 700 metros. Allí trabajan 375 viticultores y operan 29 bodegas.

El clima también acompaña, ya que a veranos calurosos suceden inviernos fríos, con oscilaciones térmicas de hasta 30 grados en la época de maduración de la uva.

“La añada de 2023 ha sido de contrastes, pues ha llovido mucho, lo que ha servido para recuperar la del año anterior”, dice Alejandro Paadín, sumiller, CEO en Paadín Eventos y coautor de “Guía de Vinos, Destilados y Bodegas de Galicia 2022”; “en cuanto a la irradiación solar, mientras en los meses de julio y agosto fue mayor, cayó durante septiembre y octubre, por lo que se distribuyó muy bien”.

Se refiere Paadín a un elemento estratégico aprovechado por la vid para acumular azúcares, la luz solar; “durante el mes de julio la temperatura bajó, con un pico al alza durante el siguiente mes y un diferencial de un grado centígrado entre las subzonas de ladera y valle”, dice Paadín; “la térmica media entre junio y septiembre de 2023 nos permite ver que, cada vez, la temperatura es similar entre el día y la noche”.

Granito o sábrego, xisto o esquisto, lousa o pizarra, arcillas y aluvión componen los suelos que, según tipología, dan aromas a los tintos, tienen un pH bajo muy adecuado para los blancos y otorgan complejidad tanto a unos como a otros.

Vinos singulares

La variedad blanca verdello (godello) es la reina del lugar, con un peso en volumen del 53%; aporta el carácter frutal y los glicéridos que dan cuerpo al vino. Le sigue la verdello louro (treixadura), 13%, con la que se elaboran vinos aromáticos, de carácter floral y equilibrados.

La variedad moza fresca (sólo 2%) da lugar a vinos muy golosos, de carácter frutal. La blanca de Monterrei es escasísima; no obstante, aporta el toque amargo. La albariño representa el 3% y da una “arista ácida que aporta frescura”. Loureira representa menos del 1%; tiene un aroma a laurel muy marcado y aporta acidez, lo que la convierte en compañera de otras variedades.

Lo mismo ocurre con la caíño blanco, menos del 1%; su maduración semitardía la convierte en buena socia de otras uvas para elaborar los blancos de Monterrei.

La ganadora en las tintas es la mencía (22%), de sabor persistente y que aporta calidad y personalidad. La bastardo o merenzao (menos del 1%) contribuye a la madurez de los tintos de Monterrei.

Por estas tierras la variedad tempranillo se llama araúxa (4%) y da color y cuerpo, además de un color púrpura intenso, a los vinos de la zona. Caíño tinto y sousón son minoritarias; la primera, dada su alta acidez, la convierte en idónea para la crianza de tintos. La segunda, con aroma potente, aporta también solidez para la elaboración de los vinos.

En la cata, los vinos blancos de Monterrei se caracterizan por una fase visual límpida y brillante, con un abanico de color que va desde el amarillo pálido hasta el dorado.

Frutas de árbol e incluso tropicales caracterizan la fase olfativa, que, en boca, despliegan los aromas de esas mismas frutas. Su persistencia es media-alta, el alcohol está bien integrado y la acidez es equilibrada.

Por lo que se refiere a los tintos, son límpidos y brillantes a la vista, con colores del rojo violáceo hasta el rojo castaño y aromas de frutos rojos y negros. Persistencia media-alta y equilibrado en el tándem alcohol-acidez.

“La añada 2023 de Monterrei ha obtenido la calificación de Excelente”, dice Alejandro Paadín; “pues se trata de vinos maduros, aunque frescos, elaborados a partir de uvas muy sanas y de buena calidad”.

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