La Finca Hualdo, explotación agrícola y ganadera, está situada en el enclave natural de El Carpio de Tajo, Toledo
Este nombre evoca los carpios o pequeñas fortalezas que íberos y romanos construían en las riberas de los ríos, para proteger los cultivos y la fauna y flora silvestre. Integrando las actividades en ciclos más y más cerrados, en los que una parte importante de lo que produce la finca se queda en ella. También manteniendo el equilibrio de la propia naturaleza, combinando tradición e innovación, y, preservando la diversidad del medio dentro de un sistema de producción circular. Todo con el objeto final de poder ofrecer productos de máxima excelencia, saludables y sostenibles.
En definitiva, y a ello alude el encabezamiento, Finca Hualdo está construyendo una marca con propósito. Este propósito es el de mejorar la vida del consumidor y del productor, de la sociedad y del medio rural.
Este ambicioso objetivo que, por el momento, se concreta en la producción de productos singulares, como un AOVE ecológico de Cornicabra y Arbequina, un potente queso de tipo manchego con la leche recién ordeñada de sus ovejas, melones de finísima piel de sapo y extraordinaria dulzura, albaricoques, higos, ciruelas, melocotones, espárragos, melones, sandías, brócoli, coliflor, repollo, kale, puerros, tomates o pistachos.
Con algunos de ellos han adelantado una propuesta gastronómica al consumidor, bajo la que subyace un trasfondo de historia y cultura culinaria. Es el caso, por ejemplo, de los Melocotones a la parrilla con pollo de corral especiado. Aquí se utilizan melocotones de las variedades Catherina o de La Puebla, según la temporada, pollo en toda su magnífica expresión levantisca, y especias comunes a la época andalusí, cuando se introdujo este fruto con los nombres de prisco, pérsico o albérchigo, tales como semillas de hinojo, cardamomo verde, comino, miel, pétalos de rosa secos y tomillo.
También ofrecen la receta del Pisto manchego dieciochesco. Esto cuando el tomate pasó de ser planta ornamental a ingrediente habitual de muchos platos. Usan para ello, una variedad, el tomate moruno de finísima piel y carne muy dulce, que se dejó de producir hace tiempo por los riesgos de deterioro en el transporte. Ellos lo han recuperado para cocinar con su AOVE. En tiempos distintos, con calabacines, pimientos rojos y verdes, algo de cebolla dulce, y una compaña de huevos camperos.
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Por último, ofrecen un postre de Bizcochos de alfónsigos. Así llamamos los españoles a los pistachos hasta el siglo XVIII. El cultivo estuvo muy extendido por tierras de La Mancha. En este caso, recurren a la fórmula que aparece en Arte de Repostería. Este libro es un recetario publicado en 1747. El autor, Juan de la Mata, fue repostero mayor en las cortes de los primeros reyes borbónicos Felipe V y Fernando VI.
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