Una transustanciación convierte al vino en un alimento de vida eterna y en bebida icónica de resurrección de color rojo picota como la sangre, como Tu sangre, que se transforma en vino tras la fermentación, fermentación que aún no acaba de arrancar en mi vida y que me hace vivir como un mosto apagado con enormes posibilidades de quiebra.