Taormina es la reina de Sicilia. Su teatro griego, junto al mar Jónico y con el Etna al fondo, ofrecen una estampa que pocos lugares del mundo pueden mostrar
Adjunto transcribo el artículo realizado por Juanma Barberá en www.gastronomoyviajero.com que espero sea de vuestro agrado.
Como casi todos los pueblos y ciudades de por aquí, Taormina está situada sobre una loma, el monte Tauro (200 metros) que está frente al volcán; aparentemente a salvo de su lava, pero no se sus cenizas.
En otro tiempo, esta ciudad fue refugio y retiro espiritual de algunos de los escritores más importantes del siglo XX.
Este es el caso de Truman Capote, Tenessee Williams, Thomas Mann o Cocteau entre otros, y de artistas como Greta Garbo, Cary Grant, Dalí, Orson Welles o Rita Hayworth.
Pero, en la actualidad Taormina ha dejado de ser ese «lugar de reflexión» para convertirse en el principal reclamo turístico de Sicilia.
Alto precio
¿El resultado?. Pues la masificación de visitantes y los altos precios que hay que pagar por un alojamiento o comer en el sitio más sencillo donde una pizza y una botella de agua no baja de los 20 euros.
Pero cuando visitas Taormina ya sabes esto y también que es una ciudad incómoda por las cuestas que tiene.
Del mismo modo, también intuyes que estás en un lugar único en el que te sientes como un dios o una diosa en su Olimpo particular.
Breve historia
La ciudad fue fundada por los griegos en el 736 a. C. con el nombre de Naxos.
La leyenda cuenta que los marinos griegos que pasaban por la costa oriental de Sicilia olvidaron realizar sacrificios en honor a Poseidón, y él, encolerizado, les hizo naufragar.
El único superviviente, Teocles, llegó al Capo Schico, próximo a Naxos, y volvió a Grecia para contar las maravillas de Sicilia, convenciendo a sus compatriotas para que poblaran la isla.
Después de la destrucción de Naxos por Dionisio I de Siracusa, en el 403 a. C., ocuparon su territorio griegos, cartagineses, romanos y hasta árabes, hasta que en el s. XI fueron los normandos quienes reconstruyeron la ciudad.
Seducción
Si la «tentación vive arriba», en el monte Tauro, la seducción es Taormina.
Pero que no te engañe, llegar hasta su corazón no es fácil, ya que tendrás que atravesar intrincadas calles por donde no pasan dos coches a la vez y porque aparcar, sin pagar, es casi imposible.
Y si aparcas fuera del casco urbano te tocará subir y bajar sus 200 metros de cuestas unas cuantas veces.
Qué ver
Si te sitúas en Porta Messina ya estarás en el sitio estratégico para comenzar la visita a la ciudad.
A la derecha encontrarás una plazuela de las cuatro fuentes, y a la izquierda el Corso Umberto I, que es la vía peatonal que cruza la ciudad de lado a lado.
Por esta calle van salpicando iglesias, palacios, restaurantes calles que dan al mar y otras a la montaña.
Además, verás tiendas de recuerdos, antigüedades, balcones vestidos de flores, y boutiques casi todas prohibitivas en precio, incluida la del palacio de Dior.
Ruta Recomendada
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Desde Porta Messina, lo primero que encuentras es la Plaza Vittorio Emanuelle II, construida sobre el antiguo foro romano, y que ahora alberga el palacio Corvaja o Corvaia (s. XIV), sede del primer parlamento de Sicilia (1410).
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Actualmente es la sede de la Oficina de Turismo de Taormina (donde nunca hay nadie) y del Museo Siciliano d’Arte e Tradizioni Popolari.
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La Iglesia de Santa Caterina, construida en el siglo XVII.
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En el otro extremo de la plaza, a la izquierda sube la calle que te llevará hasta el Teatro Griego y los jardines.
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De vuelta al Corso Umberto I, llegarás hasta la Piazza 9 Aprile, un mirador sobre el mar y el Etna. En ella se encuentra la escalinata y la barroca Iglesia de San Giussepe.
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Sobre la porta di Mezzo, esté la inconfundible la torre dell’Orlogio y al lado algunos de los restaurantes más caros.
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También deberías ver la Iglesia de San Giovanni de Malta de 1533, en el Palacio Ciampoli, (ahora hotel) y más adelante en la Plaza del Duomo, con el Comune (ayuntamiento), y la Catedral di San Nicolo.
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Via Umberto acaba en Porta Catania, donde un escudo aragonés (1440) nos anuncia que aquí también estuvieron los españoles.
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Finalmente, subiendo una serie de cuestas empinadas, llegarás a la Badia Vecchia, (Aqui está el Museo Arqueológico) una torre normanda con almenas que se reformó en el siglo XIV.